En relación con Tudela, hemos localizado un
artículo en la prensa de la época acerca de otro escuadrón falangista que,
según propio testimonio del periodista y de los entrevistados, estaría detrás
de los asesinatos de simpatizantes del bando republicano en las primeras
semanas de la guerra en la Ribera Tudelana. El reportaje se encuentra en la
página 8 del Diario de Navarra de 16 de octubre de 1936, está firmado por S. Berruezo
y tiene como título Navarros en el frente. La Escuadra Negra de Tudela. En él,
el corresponsal del periódico entrevista en Burgos “en el cuartel general de la
columna que, formada por el comandante señor Sagardía, acaba de llegar
procedente de Guipúzcoa” a “seis bravos chicarrones de Tudela” que formaban “la
guardia personal del comandante”. Esos seis tudelanos eran “Bernardino
Burgaleta, Teodoro Pérez, Agustín Ariza, Miguel Catalán, Jaime Sola y José
María Lacabe”, todos ellos “naturales o vecinos de Tudela”. Según dice el
reportero, que los interroga “en un momento de asueto”, todos le “cuentan, con
encantadora sencillez, sus hazañas”. El reportero afirma de ellos lo siguiente:
“Los tudelanos, desde las primeras horas del movimiento libertador de España,
se pudieron al lado de quienes defendían a la Patria en peligro; y con una
diligencia digna de ejemplo fueron -en su misma ciudad- limpiando de elementos
peligrosos el camino del triunfo”. “Luego ampliaron su radio de acción a los
otros pueblos de la Ribera y de Rioja y por último, enrolados en las
formaciones que iban a luchar contra los marxistas y nacionalistas
guipuzcoanos” se dice que “entraron los primeros en Tolosa (es decir, el 11 de
agosto), tomaron al asalto al Buruntza (es decir, hacia el 28 de agosto),
llegaron en cabeza a Guadalupe y a Irún (es decir, el 4 de septiembre)”, siendo
sus hazañas la causa de que Sagardía les hubiera “designado para formar su
guardia personal”. Tal y como figura en el título del artículo, se les denomina
“la Escuadra Negra de Tudela”.
A pesar de haber sido citada de pasada en la obra de Altaffaylla (Navarra
1936. De la esperanza al terror, Tafalla, 2003, 6ª ed., p. 596), esta banda
paramilitar tudelana no era excesivamente conocida.
Los acontecimientos a los que se refiere la noticia habrían sido en su
mayor parte, de índole represiva, es decir, de detención y eliminación física
de la población desafecta ya que la labor de control de la situación en la
Ribera Tudelana finalizó muy pronto tal y como se desprende de la
autodeclaración que realizó un destacado protagonista aquellos días, el
teniente de la Guardia Civil, destinado en Corella, Carlos González Molina, en
la que podemos comprobar los hitos más significativos de aquélla, así como la
colaboración en la misma de voluntarios falangistas y requetés y guardias
civiles.
La autodeclaración de dicho teniente de la guardia civil narra que “el 18
de julio de 1936 inició el Alzamiento Nacional en Corella (Navarra) mandando la
línea del mismo nombre, dedicándose con fuerza de la Guardia Civil a someter
por las armas los pueblos de Ribaforada, Buñuel y rindiendo al Ayuntamiento de
frente popular de Corella, que se había hecho fuerte, con armas en la Casa
Consistorial, así como seguidamente la casa del pueblo de la misma Ciudad.
Cooperó a la toma de Alfaro (Logroño) con la columna del entonces Coronel
García Escámez. Liberado este pueblo se destacó a Castejón mandando fuerzas
compuestas por Guardia Civiles y Requetés sometiendo por la fuerza a los
revolucionarios marxistas que habían cortado el tráfico ferroviario entre
Pamplona, Zaragoza y Logroño, restableciéndose inmediatamente las
comunicaciones férreas. Durante varios días y al mando de una columna compuesta
de Requetés, Guardia Civil y Falangistas me dediqué a recorrer varios pueblos
de la Rioja y Aragón para levantar el espíritu Nacional, en algunos de los
cuales estaba bastante decaído; el día 22 de julio de 1936, al mando de dicha
columna procedí a la toma y liberación del Pueblo de Logroño Cervera del Río Alhama,
en unión de otras fuerzas mandadas por un Capitán de la Guardia Civil, cuya
población se hallaba completamente en poder de los marxistas desde hace varios
días”. Dicho teniente se incorporaría el 9 de agosto en Lesaka a la 2ª bandera
de la Falange, participando en combates y siendo herido pocas semanas
después.
Esos episodios más señeros en la tarea de control de la zona también fueron
rememorados por un voluntario requeté tudelano, posteriormente concejal crítico
en los años cincuenta, en cuya autodeclaración acerca de sus servicios
prestados se afirma que éstos fueron “cuantos se le encomendaron desde el 18 de
julio 36 tomando parte en la operación de Alfaro, Cervera del Rio Alhama,
Corella y Ribaforada, siendo ascendido a cabo; salió el 8 de agosto para
Pamplona voluntario y el 24 del mismo formó parte de la escolta del General
Mola”.
Hemos de recordar que los hechos mencionados de Ribaforada y de Corella
corresponden al 19 de julio y que los de Buñuel pudieron ser los acontecidos
ese día o, asimismo, el día 21 ó el 23. Ninguno de ellos tuvo la entidad de
enfrentamiento, sino de simple ocupación de las localidades y de detenciones
masivas de desafectos. El caso de Alfaro fue diferente: aquí se constituyó un
foco de resistencia con huídos del resto de la Ribera y de la Rioja que pudo
aguantar el 19 un primer ataque de voluntarios requetés y falangistas de Tudela
y Estella que acompañaban a dos compañías del Batallón de Arapiles mandadas por
el Comandante Pradal llegadas de la ciudad del Ega. El día 21 la llegada de la
columna de García Escámez, en marcha hacia Madrid desde su salida de Pamplona
el 19 de julio, previo paso por Logroño y otros pueblos, barrió a los
resistentes. Cervera del Río Alhama, la otra localidad riojana donde fracasó el
golpe de estado, sería tomada al día siguiente. Por lo tanto, a partir del 22
de julio el control de la Ribera Tudelana y de las zonas colindantes por parte
de los sublevados era ya una realidad.
Más allá de esa labor de control, tenemos que recordar que las primeras
semanas de la guerra civil fueron especialmente cruentas en lo que se refiere a
la eliminación física de los simpatizantes del régimen republicano en la Ribera
Tudelana. Considerando las afirmaciones del corresponsal del Diario de Navarra
en el reportaje mencionado sobre los miembros de la Escuadra Negra de Tudela en
el sentido de su participación en la limpieza política que tuvo lugar aquellos
días, queremos traer a colación el número de personas asesinadas en las
correspondientes sacas o paseos con tres o más asesinatos que se registraron
entre el 18 de julio y el 10 de agosto de 1936 en pueblos de la comarca, según
informaciones que hemos tomado del libro de Altaffaylla: 5 vecinos de Buñuel el
25 de julio; 8 de Corella en Arguedas el 26 de julio; 11 de Ribaforada en El
Bocal el 26 de julio; 6 de Cortes en Ribaforada el 27 de julio; 8 de Tudela en
Castejón el 28 de julio (para mas inri, inscritas en el padrón de esa última
localidad como “bajas en el padrón”); 5 de Arguedas en Murillo el Cuende el 1 de
agosto; 6 de Cascante en Murillo de las Limas el 1 de agosto; 9 de Corella en
el Carrascal el 2 de agosto; 8 de Ribaforada en Fontellas el 2 de agosto; 6 de
Valtierra en Traibuenas el 2 de agosto; 7 de Buñuel en Mallén el 3 de agosto; 7
de Cabanillas en Beriáin el 3 de agosto; 4 de Cintruénigo en Valtierra el 3 de
agosto; 4 de Corella en Alfaro el 3 de agosto; 11 vecinos de Fitero en Valverde
el 3 de agosto; 4 de Fitero en Valtierra el 3 de agosto; y 6 de Corella en
Ballariáin el 6 de agosto. En varias de esas sacas los asesinados fueron
conducidos desde la cárcel de Tudela en la que estaban presos.
Por supuesto, no queremos indicar que las personas mencionadas de la
Escuadra Negra tudelana participasen en todas esas acciones, sino solamente
mencionar las que se inscriben en el radio geográfico y en el ámbito
cronológico en el que ellos motu proprio alardearon en líneas
generales de haber colaborado. Como información complementaria tenemos que
añadir que de varios de los integrantes de dicha escuadra tenemos constancia
que marcharon al frente ya muy avanzado agosto.
Otro elemento a tener en cuenta es el de que los nombrados constituyeron la
guardia personal del general Sagardía.
Tal y como figura en
el libro escrito por el mismo general (Del Alto Ebro a las fuentes del
Llobregat. Treinta y dos meses de guerra de la 62 división, Madrid, Editora
Nacional, 1940; prologado por Francisco de Cossio), hallándose en situación de
retirado el 17 de julio de 1936, marchó de Pamplona a San Sebastián con una
misión reservada que le ordenó el general Mola. Fracasado el golpe militar en
Guipúzcoa, Sagardia huyó de San Sebastián en una huida plagada de aventuras,
llegando a Pamplona el 26 de julio. De la capital navarra saldría de nuevo como
segundo jefe de las columnas que operaban en Tolosa al mando del general
Solchaga. Entró en Tolosa, Villabona, Andoain, Urnieta, Hernani y San
Sebastián. En San Sebastián formó una columna formada por los voluntarios
riojanos y navarros que ya habían combatido con él a los que se unieron los
voluntarios guipuzcoanos que “se iban presentando voluntarios en las oficinas
de Falange”. La columna, compuesta inicialmente de 750 hombres, es decir, un
batallón, salió de la capital guipuzcoana el 30 de septiembre, llegando el 12
de octubre al frente de Villarcayo y Espinosa de los Monteros en Burgos. Estuvo
diez meses en los páramos de La Lora, librando duros combates, tal y como
conmemora en Bricia un espectacular monumento de mármol blanco y negro.
Posteriormente la Primera Media Brigada de la 62 división (columna Sagardia),
formada por las Banderas 5ª y 6ª de FET, Batallones 8º de San Marcial, 8º de
Burgos, Batallón de Ceriñola, 5º de Bailén, dos compañías de América y las
baterías 11 y 22 del 11º Regimiento Ligero, batalló en agosto de 1937 en el
frente de Santander, en el frente de León-Asturias en septiembre-octubre de
1937 (a partir de aquí como 62 División de Castilla), en la batalla de Teruel
(diciembre de 1937-enero de 1938), en la liberación de Huesca (marzo de 1938) y
en la campaña de Alcanadre-Cinca y campaña del valle de Arán y Alto Llobregat
en lo que quedaba de guerra. En sus memorias de campaña Sagardía, militar
nacido en Zaragoza pero con ascendientes en Ituren donde solía residir
estacionalmente y donde se refugió tras ser retirado por la Ley Azaña antes de
marchar a Francia, menciona el comportamiento heroico de nueve falangistas
fiteranos en Cilleruelo, así como de la muerte de un “mocetón navarro” de
Cabanillas “que desde el principio de la campaña no se apartaba” de él el 4 de mayo
cerca de Espinosa de los Monteros. No hay en toda la obra más menciones a
personas de la Ribera ni a personas de ninguna otra procedencia de Navarra.
También hay que referir que tras la guerra civil Sagardía fue nombrado
responsable de la Policía Armada. Existe una foto muy elocuente del mencionado
general en la que aparece en un palco, debajo mismo de un águila nazi, junto
con Serrano Suñer y el mismísimo Heinrich
Himmler en la visita que éste, uno de los protagonistas esenciales de
la Alemania nazi e impulsor de la solución final que conllevó la matanza
sistemática de judios, eslavos, gitanos, homosexuales y comunistas, hizo a San
Sebastián el 19 de octubre de 1940.
Volviendo a la Escuadra Negra de Tudela, a todo lo anterior referido a ella
hay que añadir una circunstancia que salpica el presente a través del espacio
público. Además de los seis miembros citados de la Escuadra Negra de Tudela,
también hay que referirse a un séptimo, fallecido en una acción militar antes
de que se realizara la entrevista más arriba mencionada. En la página 3 del
número 10 de la revista Falange de Tudela, de fecha de 8 de noviembre de 1936,
se encuentra, asimismo, una crónica acerca de la misma Escuadra Negra que
repite algunas de las informaciones, si bien las menos comprometedoras, vistas
en el artículo anterior. Se dice que “La Escuadra Tudelana que tanta fama
alcanzó por su actuación en los frentes guipuzcoanos” era la escolta particular
del Comandante Sagardía y se nombra como miembro de la misma, además, a otra
persona ya fallecida, Félix Marsal Moracho. Precisamente en la esquela y la
necrológica publicada tras su muerte en el número 1 de la mencionada revista,
de fecha de 6 de septiembre, se decía que había muerto en la toma del monte
Buruntza y figuraba de forma explícita que era “De la escuadra negra de
Tudela”. Asimismo, en otro artículo sobre él publicado en la página 3 de El
Ribereño Navarro se decía que había salido de Tudela “formando en la ya célebre
y heroica Escuadra tudelana”.
El mencionado Félix Marsal Moracho cuenta con una calle en el barrio de
Lourdes de Tudela, barrio que cuenta con 49 calles dedicadas a combatientes del
bando franquista muertos en el frente. El nombre de la calle se acordó en un
pleno del Ayuntamiento de Tudela del 17 de febrero de 1954 según una propuesta
planteada por el Gobernador Civil falangista Luis Valero Bermejo, en la que
también se aprobaron los nombres de otras siete calles. Félix Marsal no es la
única persona con calle en el barrio de Lourdes a la que la prensa de la época
incrimina de forma expresa y manifiesta en tareas de persecución y eliminación física
de los adversarios políticos en la Ribera. En un artículo publicado en la
página 10 de la revista El Requeté, también editada en Tudela, del 28 de
febrero de 1937, y titulado Jesús Clemos Burgaleta, se afirma que el mencionado
Clemos marchaba en los primeros días de la guerra “a aquellas incursiones por
las Bardenas, cuando se hablaba de posibles enemigos por aquellos contornos”,
incursiones descritas en un libro editado el año pasado con las memorias de un
represaliado republicano de Catarroso del que nos hicimos eco en una entrada
hace unos meses. Clemos Burgaleta murió en el frente el 22 de febrero de
1937.
Estas últimas constataciones deberían servir para reflexionar sobre la
conveniencia de aplicar al callejero franquista del barrio de Lourdes de Tudela
la doctrina de la Resolución número 00676/08, 11 de febrero de 2008, del
Tribunal Administrativo de Navarra relativa a veinte calles con nombres
similares del barrio de la Chantrea, basada en la Ley de Símbolos de Navarra y
en la Ley de Memoria Histórica y que fue finalmente acatada por el Ayuntamiento
pamplonés. Aunque en otra entrada seguiremos tocando este tema, sirva lo
expresado como elemento a tomar en cuenta por el ayuntamiento de Tudela que
próximamente deliberará sobre la cuestión del mencionado callejero.