viernes, 21 de agosto de 2015

Diario Vasco - Tras la Columna Sagardia


La Escuadra Negra                       Indice                       Un águila entre Burgos y Cantabria


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SAN SEBASTIÁN INSÓLITO
Hay un jardín en San Sebastián que sirvió de campo de tiro en la Guerra Civil. Un imponente y fantasmagórico monumento de piedra se levanta al norte de Burgos. ¿Qué relación guardan? 
29.05.10 - 02:30 - 
GONTZAL LARGO INFO@GONTZALLARGO.COM |
Para qué engañarse: la historia tiene mucho de rocambolesca. ¿Cómo si no se podría explicar que un espacio que llegó a ser venerado por la doctrina franquista, tan dada a las entronizaciones de momentos, lugares y personas, acoja un parque de juegos infantiles y un mingitorio público? El sitio en cuestión es el actual Parque de Araba, vecino a la plaza del Centenario, y parcela de transición entre el San Sebastián del ayer (el construido a principios del siglo XX) y el ensanche de Amara, nacido cincuenta años después.
Allá por 1962, en una sesión del Pleno del Ayuntamiento de San Sebastián, la arboleda fue bautizada por vez primera pero no con la denominación actual, sino con otra que, tal vez, pocos donostiarras recuerdan: «Parque de la Columna Sagardía». Estamos en pleno período dictatorial y al batallón de calles de la ciudad que habían sucumbido a la ideología reinante -la Avenida de la Libertad rebautizada como de España; el Paseo Nuevo, como de José Antonio Primo de Rivera.- se sumó este espacio recién creado. ¿Por qué ese nombre? Según se lee en el acuerdo resultante de esa reunión: «para perpetuar el recuerdo de los componentes de la citada Columna que, en el lugar en el que hoy se emplaza dicho parque, aprendieron el uso de las armas que más tarde empuñarían con decidido arrojo (.) en la Guerra de la Liberación (.)».
Recordemos lo que ya se ha escrito en numerosas ocasiones: allá por los años 30, el Parque de Araba y todos los terrenos situados al sur -lo que hoy sería Sancho el Sabio- eran una vasta zona de marismas a medio domar. Aunque la canalización del Urumea, sucedida diez años antes, había puesto algo de orden en estos terrenos indómitos, -apenas habitados por unos pocos caseríos y algún molino de marea-, Amara Nuevo seguía siendo un vergel campestre, casi virgen e ideal, incluso, para cazar. Así, es lógico que en el alba de la Guerra Civil, la zona fuera utilizada como modesto campo de maniobras.
¿Qué fue la Columna Sagardía? ¿Quién fue el hombre que le dio nombre, el General Sagardía? Resumiendo muchísimo: Antonio Sagardía Ramos era un militar maño nacido en 1879. Cuando explotó el Golpe de Estado del 36, Sagardía se encontraba en Francia, acogido a la Ley Azaña que permitía retirarse prematuramente a aquellos Altos Mandos del Ejército que no querían 'servir' a la II República. Cuando los Nacionales fracasaron en la primera toma de San Sebastián, Sagardía acudió a Pamplona, donde fue nombrado Segundo Jefe de las tropas que tomarían Gipuzkoa. Dos meses después, San Sebastián ya no estaba en guerra: había sucumbido a los ataques de los golpistas. Fue entonces cuando a Sagardía se le encomendó una misión: organizar una columna con voluntarios vascos, navarros y riojanos que marcharía a luchar, inicialmente, al norte de Burgos. Lo hizo y fue en la Bella Easo donde el General organizó las fuerzas disponibles, el armamento y los Cuadros de Mando. Fue aquí, en los terrenos del actual Parque de Araba, donde el batallón de 750 hombres recibió instrucción militar.
Poco después, la Columna Sagardía marcharía a Burgos: tenían que defender una línea de 80 kilómetros en los llamados Páramos de La Lora, desde Revilla de Pomar hasta Bricia. De ellos dependía que las fuerzas republicanas no atacaran Burgos capital desde el Norte. La Columna cumplió su cometido con éxito (y un número considerable de bajas), lo que no pasó desapercibido para la maquinaria propagandística del Franquismo que no tardó ni un año, desde el final de la guerra, en levantar un monumento en honor a la citada Columna. Se trata de una impresionante crestería de mármol blanco y negro que, literalmente, asusta a aquéllos que conducen por la carretera N-623, rumbo sur tras superar el puerto del Escudo. El gigante de piedra todavía sigue ahí. Si el paisaje no es ya lo suficiente fantasmagórico -un páramo pelado e inhóspito-, el mortuorio homenaje contribuye a multiplicar los efectos de la lúgubre atmósfera: la reliquia está descuidada, maltrecha, olvidada y pintarrajeada con soflamas a favor y en contra del fascismo. En una de sus baldosas se aprecian los orígenes donostiarras de sus autores.
En 1940 se editó el libro autobiográfico de Sagardía, 'Del Alto Ebro a las Fuentes del Llobregat. Treinta y dos meses de guerra en la 62 División' que, como expresa el título, recuerda sus experiencias al mando de la Columna que comandó. En el prólogo-dedicatoria, deja bien claras sus intenciones: «Les prometí a mis muchachos dos cosas para realizarlas al final de la guerra: un monumento y un libro. El monumento ya está elevado en tierras de La Lora, tan pródigamente regadas con su sangre. El libro es éste que he trazado con mis recuerdos.»
Sagardía murió en Madrid en 1962. Franco duró un poco más, hasta 1975 y tuvieron que pasar cuatro años desde el fallecimiento del dictador para que el Parque de la Columna Sagardía dejara de existir, al menos nominalmente, en San Sebastián. El 9 de julio de 1979 recibió su título actual, «en homenaje a la provincia de Araba».


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