Tras la Columna Sagardia Indice Sobre el General Sagardia
Una águila entre Burgos y Cantabria
Entre los puertos de Carrales y el Escudo se encuentran dos monumentos que
recuerdan al viajero que en aquellas soledades se desarrollaron sangrientas
batallas de la Guerra Civil
Iñigo Munoyerro 26 septiembre 2014
Antes de subir al Escudo, en el puerto de Carrales (km 73-74), en medio del páramo,
se alza el monumento al
general Sagardía y a su 62
División del Cuerpo de Ejército de Navarra. Es una impresionante águila de
mármol blanco y negro. Al acecho, vigilante, con alas preparadas para alzar el
vuelo. Visible en la distancia llama la atención de los conductores. El gigante
de piedra encaja en un paisaje de matorrales, despoblado e inhóspito, batido por el viento. Los
arquitectos guipuzcoanos Eduardo Olasagasti y José Antonio Olano (1940)
diseñaron el monumento a mayor gloria de la Columna Sagardía. La obra corrió a
cargo de construcciones Altuna. El general Antonio Sagardía Ramos (Zaragoza, 5
de enero de 1880 - Madrid, 16 de enero de 1962), fue un militar que nació en la
capital aragonesa en el seno de una familia navarra oriunda de Gaztelu, en el
Bidasoa. Al mando de este feroz cuerpo de ejército defendió entre agosto y
septiembre de 1937 el Frente del Norte, en los llamados páramos, desde Revilla
de Pomar hasta Bricia; participó en el asalto al Escudo y entró en Santander.
El
monumento es ahora una reliquia de la guerra descuidada y olvidada. Los
gamberros de turno han pintado sus muros, pero aguanta los años con dignidad.
Se accede con dificultad debido a la falta de espacio para aparcar. Impresiona
de lejos y de cerca. Es macizo, sin huecos, rodeado de una cenefa en la que se
lee: 'Presente'.
En
resumen, dos construcciones antiguas, vestigio de nuestro pasado más cercano,
desprovistas ya de su significado político, sin protección ni señalización.
Monumento a una columna franquista
El 30 de marzo de 1939 tomaba la ciudad de Alcalá de Henares la
columna Sagardía. Con ello se ponía fin a la resistencia de la ciudad durante
casi tres años de Guerra Civil. La fuerzas revolucionarias y leales a la
República le tocaba el camino del exilio, la cárcel, la clandestinidad o los
paredones de fusilamiento. La primera medida que tomaron las nuevas autoridades
complutenses ese mismo día fue realizar una misa en la Plaza de Cervantes.
Terminó la contienda y empezó la victoria en una ciudad que fue conocida como
“Alcalá la roja”.
¿Pero
quién era Sagardía? ¿Quién dirigía esa columna que puso fin a la República en
Alcalá de Henares en 1939? Antonio Sagardía Ramos fue uno de esos militares que
el 18 de julio de 1936 se sublevó contra la República apoyando el plan trazado
por Mola. Su animadversión a la República venía al haber sido uno de los
militares que le afectó la Ley Azaña siendo comandante. Zaragozano de
nacimiento provenía de una familia de antiguos hidalgos de origen navarro. Tras
su retirada forzosa salió para Francia y estuvo allí residiendo hasta el golpe
de Estado y su unión a los militares golpista.
Con
la guerra en marcha creó una columna de voluntarios que actuó en el norte de
Burgos, en el límite entre esta provincia y Cantabria. La composición de la
Columna Sagardía era básicamente jóvenes falangistas. Sus actuación fue
importante en la Loras de la zona, en el puerto del Escudo, Valle de Sedano,
etc, en coordinación con otros militares golpistas de la zona como el
comandante Luis Moliner o el teniente-general Gerardo Mayoral. La represión en
la zona fue realmente cruel. En esa zona norte de Burgos se recuerda los
fusilamientos en el kilómetro 14 de la carretera de Covanera o las ejecuciones
en la Torca Palomera de Mozuelos de Sedano. La gran mayoría de la represión de
la zona contó con la participación de la Columna Sagardía.
Posteriormente
Sagardía se desplazó con sus fuerzas hacía Cataluña. En abril de 1938 alcanza
la comarca de Pallars Sobirá. Y todas las prácticas que había ejercido en el
norte de Burgos las traslada a la zona. Su pretensión fue muy clara: “Fusilaré
a 10 catalanes por cada muerto de mi guardia”. La represión se cebó con la
población. Numerosos militantes de organizaciones de izquierdas y sindicales
fueron ejecutados de forma arbitraria por los integrantes de las fuerzas de
Sagardía. En el pueblo de Sort se ejecutó sin juicio y de forma completamente
arbitraria a 67 personas, entre ellas mujeres, ninos y ancianos. Fueron
conocidos como “Los santos inocentes del 38”. La crueldad de las tropas de
Sagardía aun es recordada en la zona. De hecho muchas fosas de la zona aun no
han sido localizadas.
Al
finalizar la Guerra Civil, Sagardía fue uno de los militares condecorados y
declarado héroe de la patria. Alcanzó el puesto de Inspector General de la
Policía Armada y de Tránsito, así como Gobernador Militar en Cartagena. Murió
en Madrid el 16 de enero de 1962.
Las
actuaciones de Sagardía y de los integrantes de su columna son crímenes contra
la humanidad. Sin embargo en la carretera N-623 que une Burgos con Santander, a
la altura del pueblo Cilleruelo de Bricia (Burgos), hay un mastodóntico
monumento en homenaje a las fuerzas de Sagardía. Este verano me desplacé hasta
el lugar para visitarlo. Deteriorado por el paso del tiempo y por agentes
humanos, es un monumento compuesto por un gran bloque de mármol emulando un
águila, una lápida conmemorativa en el suelo y dos columnas que dan entrada al
mismo. No pasa desapercibido cuando pasas con el coche. En los laterales del
monumentos una sucesión de repetición del “PRESENTE, PRESENTE, PRESENTE”.
Estamos
pues ante un monumento público de homenaje a Sagardía y los integrantes de su
columna que ejercieron la peor de las represiones en las zonas donde actuaron.
Es una de las características de España que le diferencia de los países de su
entorno. Aquí los vencedores de la Guerra Civil todavía tienen sus espacios de
sociabilidad y los monumentos de su victoria. Cosa que en países como Francia o
Alemania no ocurre. La insuficiente Ley de Memoria Histórica tendría que ser
suficiente como para hacer desaparecer un monumento de homenaje a comprobados
criminales de guerra. Sin embargo no se ejerce ningún tipo de actuación. Muy
por el contrario se ampara en decir que es parte de la historia y que es una
forma de recordarla. La historia se puede recordar de muchas maneras y no
precisamente a través de monumentos mastodónticos de homenajes a tropas criminales.
¿Hacemos un monumento en Auschwitz en homenaje a las SS que ejecutaron de forma
a impune? Todos diríamos que no. Y más teniendo en cuenta que a pocos
kilometros donde esta el monumento a la Columna Sagardía hay lugares como la
Torca Palomera donde fueron arrojados (algunos con vida) decenas de militantes
e integrantes de las organizaciones sindicales y políticas y no hay ninguna
placa conmemorativa de nada. Un ejemplo del origen de nuestro propio sistema y
como todavía siguen existiendo vencedores y vencidos.