viernes, 21 de agosto de 2015

20150506 Diario de Noticias - 80 años esperando justicia y reparación

Noticias de Navarra

RECLAMAN QUE SE CUMPLA LA LEY
80 años esperando justicia y reparación
LA FAMILIA DE LOS SAGARDIA GOÑI, ARROJADOS A LA SIMA LEGARREA DE GAZTELU EN 1936, RECLAMA QUE SE CUMPLA LA LEY, SE EXHUMEN LOS RESTOS Y SE LES DÉ UN ENTIERRO DIGNO

UN REPORTAJE DE LOLA CABASÉS HITA. FOTOGRAFÍA JAVIER BERGASA - Miércoles, 6 de Mayo de 2015
Parientes de los Sagardia Goñi, ayer en Pamplona, en la presentación del libro que cuenta la historia de esta familia arrojada a una sima en 1936. (Javier Bergasa)

Los parientes más cercanos de la familia Sagardia Goñi arrojada a la sima de Legarrea, en Gaztelu, el 30 de agosto de 1936, reclaman que “se proceda a la limpieza del fondo de dicha sima y se extraigan e identifiquen los restos de nuestros familiares, dándoles un lugar en el cementerio de Donamaría-Gaztelu”. Ayer, hasta una veintena de familiares pidieron que “se dignifique a las víctimas”. Estuvieron arropados por las asociaciones memorialistas de Navarra, el presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Paco Etxeberria, y el autor y

editores en la presentación del libro La Sima ¿Que fue de la familia Sagardia?, que recoge esta tragedia silenciada durante 80 años.
En una instancia dirigida al Gobierno navarro, al Parlamento, al Ayuntamiento de Donamaría-Gaztelu, a las organizaciones de la memoria histórica, a la sociedad de ciencias Aranzadi y “a quien corresponda”, piden rescatar a los suyos tras relatar los hechos acaecidos en 1936.
La familia, integrada por la madre, Juana Josefa Goñi Sagardia, embarazada de siete meses; y seis de sus siete hijos “desapareció” y durante los casi 80 años que han pasado desde entonces el más que rumor local habla de un crimen execrable. Fueron arrojados a la sima de Legarrea, en Gaztelu, mientras el marido y padre, Pedro Sagardia Agesta, que se alistó después al requeté, estaba encarcelado y el hijo mayor, José Martín (fallecido en abril de 2007 en Pamplona) trabajaba fuera del pueblo.
La historia de esta familia ha visto la luz gracias a las investigaciones que se realizan hace varios años, a la publicación del libro La Sima. ¿Qué fue de la familia Sagardia?, de José Mari Esparza Zabalegi y al interés de la familia, residente en Gipuzkoa y en pueblos navarros, por aclarar aquellos hechos terribles.
“Las familias tienen el derecho a la memoria y los demás, el deber de memoria”
En su instancia, la familia explica que los Sagardia fueron expulsados del pueblo el 14 de agosto de 1936; que se tuvieron que alojar en una txabola, la cual fue quemada el 30 de agosto del 30; y que “como todo el mundo conoce” y se ha publicado la madre y los hijos fueron arrojados a la sima.
Añaden que de esta sima de Legarrea es de la única en la que no se han sacado los cadáveres de la guerra, ni se ha sellado, ni dignificado. Por contra, indican, “esta sima es un vertedero de basuras y escombros, e incluso de nuevos cadáveres, como el caso de Ignacio Indar”. Y que, “pese a su buena intención, el cartel que el propio Gobierno de Navarra ha colocado junto a la sima que dice Zikinkeriak botatzea debekatuta dago/prohibido arrojar basuras”, no de deja de ser un escarnio para los que tenemos a nuestros parientes arrojados allí”. Piden, al amparo de la ley, que se atienda su petición.

SE CONOCIERON AYER La librería Elkar de Pamplona fue ayer la sede de la presentación del libro que recoge la historia de los Sagardia Goñi. Allí se conocieron la viuda de José Martín Sagardia Goñi, el único hijo que se salvó del crimen; Gloria Pedroarena y las primas carnales de los asesinados, octogenarias todas ellas. “Mi marido -dice Gloria Pedroarena- hablaba poco. Me contó todo aquello pero lo llevaba siempre dentro”.


La familia Zozaya Goñi, cuya genealogía arranca del matrimonio de Petra Goñi, hermana de Juan Josefa, la asesinada; con Ramón Zozaya Huici, encarcelado en 1936 por su filiación socialista y desterrado de Doneztebe a Donostia. “El primo José Martín vino un día al poco de la guerra -recordaba ayer Nati Zozaya Goñi-, yo tenía unos 4 ó 5 años pero me acuerdo que escuché una bofetada. Se la dio mi madre regañándole por haberse ido al requeté sin saber del paradero de su familia. Pero ¿qué iba a hacer él?”.
Nati lamenta esta “tragedia terrible. Todo el pueblo y los de alrededor lo sabían pero nadie hablaba, todo el mundo era mudo”. “Han pasado años y ahora estamos muy agradecidos de todo lo que se está haciendo. A este paso vamos a ser mas famosas que Txantxillo”, comentaba ayer.

“Pretendo ayudar a Gaztelu a reconciliarse con su futuro y levantar una losa de 80 años”

A sus 83 años es con su hermana Asun, de 88 las que firman, junto a Sergio Ortiz Zozaya, la demanda presentada ayer, una acción que les ha revuelto mucho sentimiento. “Nos hemos puesto muy tristes porque tenemos el recuerdo en la cabeza, pero, en medio de todo, estamos contentas. No voy a vivir lo suficiente para agradecer todo lo que se ha hecho ahora. Igual no vivo cuando se saquen los huesos, pero te aseguro que me voy a morir muy tranquila por todo lo que habéis hecho”. Nati y Asun valoran que su madre les contara lo sucedido y no lo silenciara como los vecinos.

ARANZADI, DISPUESTO A COLABORAR Por su parte, el médico forense y presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Paco Etxeberria, manifestó ayer que están en condiciones para poder llevar a cabo la intervención en la sima de Legarrea, tal y como demandan los familiares de los Sagardia Goñi y las asociaciones memorialistas. El reconocido forense guipuzcoano explicó las características de esta sima, de trazo vertical con unos 50 metros de profundidad y 4 ó 5 centímetros de diámetro. Y destacó que en Navarra se da la casuística de que una buena parte de los desaparecidos en estos crímenes fueron ocultados en simas y cuevas.

Etxeberria ha bajado a la sima de Gaztelu, como los espeleólogos de Satorrak que lo hicieron en diciembre y encontraron el cuerpo del joven Iñaki Indar, desaparecido en 2008 en extrañas circunstancias y cuyas causas de la muerte se investigan y han cerrado, de momento, esta sima.