RECLAMAN QUE SE
CUMPLA LA LEY
80 años esperando
justicia y reparación
LA FAMILIA DE LOS SAGARDIA GOÑI, ARROJADOS A LA SIMA LEGARREA DE GAZTELU EN
1936, RECLAMA QUE SE CUMPLA LA LEY, SE EXHUMEN LOS RESTOS Y SE LES DÉ UN
ENTIERRO DIGNO
UN REPORTAJE DE LOLA CABASÉS HITA. FOTOGRAFÍA JAVIER
BERGASA - Miércoles, 6 de Mayo de 2015
Parientes de los Sagardia Goñi, ayer en
Pamplona, en la presentación del libro que cuenta la historia de esta familia
arrojada a una sima en 1936. (Javier Bergasa)
Los parientes más cercanos de la familia Sagardia Goñi arrojada a la sima de
Legarrea, en Gaztelu, el 30 de agosto de 1936, reclaman que “se proceda a la limpieza
del fondo de dicha sima y se extraigan e identifiquen los restos de nuestros
familiares, dándoles un lugar en el cementerio de Donamaría-Gaztelu”. Ayer,
hasta una veintena de familiares pidieron que “se dignifique a las víctimas”.
Estuvieron arropados por las asociaciones memorialistas de Navarra, el
presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Paco Etxeberria, y el autor y
editores en la
presentación del libro La Sima ¿Que fue de la familia Sagardia?,
que recoge esta tragedia silenciada durante 80 años.
En una instancia
dirigida al Gobierno navarro, al Parlamento, al Ayuntamiento de
Donamaría-Gaztelu, a las organizaciones de la memoria histórica, a la sociedad
de ciencias Aranzadi y “a quien corresponda”, piden rescatar a los suyos tras
relatar los hechos acaecidos en 1936.
La familia, integrada
por la madre, Juana Josefa Goñi Sagardia, embarazada de siete meses; y seis de
sus siete hijos “desapareció” y durante los casi 80 años que han pasado desde
entonces el más que rumor local habla de un crimen execrable. Fueron arrojados
a la sima de Legarrea, en Gaztelu, mientras el marido y padre, Pedro Sagardia
Agesta, que se alistó después al requeté, estaba encarcelado y el hijo mayor,
José Martín (fallecido en abril de 2007 en Pamplona) trabajaba fuera del
pueblo.
La historia de esta
familia ha visto la luz gracias a las investigaciones que se realizan hace
varios años, a la publicación del libro La Sima. ¿Qué fue de la familia
Sagardia?, de José Mari Esparza Zabalegi y al interés de la familia,
residente en Gipuzkoa y en pueblos navarros, por aclarar aquellos hechos
terribles.
“Las familias
tienen el derecho a la memoria y los demás, el deber de memoria”
En su instancia, la
familia explica que los Sagardia fueron expulsados del pueblo el 14 de agosto de
1936; que se tuvieron que alojar en una txabola, la cual fue quemada el 30 de
agosto del 30; y que “como todo el mundo conoce” y se ha publicado la madre y
los hijos fueron arrojados a la sima.
Añaden que de esta sima
de Legarrea es de la única en la que no se han sacado los cadáveres de la
guerra, ni se ha sellado, ni dignificado. Por contra, indican, “esta sima es un
vertedero de basuras y escombros, e incluso de nuevos cadáveres, como el caso
de Ignacio Indar”. Y que, “pese a su buena intención, el cartel que el propio
Gobierno de Navarra ha colocado junto a la sima que dice Zikinkeriak
botatzea debekatuta dago/prohibido arrojar basuras”, no de deja de ser un
escarnio para los que tenemos a nuestros parientes arrojados allí”. Piden, al
amparo de la ley, que se atienda su petición.
SE
CONOCIERON AYER La librería Elkar de Pamplona fue ayer la sede de la presentación del libro
que recoge la historia de los Sagardia Goñi. Allí se conocieron la viuda de
José Martín Sagardia Goñi, el único hijo que se salvó del crimen; Gloria
Pedroarena y las primas carnales de los asesinados, octogenarias todas ellas.
“Mi marido -dice Gloria Pedroarena- hablaba poco. Me contó todo aquello pero lo
llevaba siempre dentro”.
La familia Zozaya Goñi,
cuya genealogía arranca del matrimonio de Petra Goñi, hermana de Juan Josefa,
la asesinada; con Ramón Zozaya Huici, encarcelado en 1936 por su filiación
socialista y desterrado de Doneztebe a Donostia. “El primo José Martín vino un
día al poco de la guerra -recordaba ayer Nati Zozaya Goñi-, yo tenía unos 4 ó 5
años pero me acuerdo que escuché una bofetada. Se la dio mi madre regañándole
por haberse ido al requeté sin saber del paradero de su familia. Pero ¿qué iba
a hacer él?”.
Nati lamenta esta
“tragedia terrible. Todo el pueblo y los de alrededor lo sabían pero nadie
hablaba, todo el mundo era mudo”. “Han pasado años y ahora estamos muy
agradecidos de todo lo que se está haciendo. A este paso vamos a ser mas
famosas que Txantxillo”, comentaba ayer.
“Pretendo ayudar a Gaztelu a reconciliarse
con su futuro y levantar una losa de 80 años”
A sus 83 años es con su
hermana Asun, de 88 las que firman, junto a Sergio Ortiz Zozaya, la demanda
presentada ayer, una acción que les ha revuelto mucho sentimiento. “Nos hemos
puesto muy tristes porque tenemos el recuerdo en la cabeza, pero, en medio de
todo, estamos contentas. No voy a vivir lo suficiente para agradecer todo lo
que se ha hecho ahora. Igual no vivo cuando se saquen los huesos, pero te
aseguro que me voy a morir muy tranquila por todo lo que habéis hecho”. Nati y
Asun valoran que su madre les contara lo sucedido y no lo silenciara como los
vecinos.
ARANZADI, DISPUESTO A COLABORAR Por su parte, el médico forense y
presidente de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Paco Etxeberria, manifestó ayer
que están en condiciones para poder llevar a cabo la intervención en la sima de
Legarrea, tal y como demandan los familiares de los Sagardia Goñi y las
asociaciones memorialistas. El reconocido forense guipuzcoano explicó las
características de esta sima, de trazo vertical con unos 50 metros de
profundidad y 4 ó 5 centímetros de diámetro. Y destacó que en Navarra se da la
casuística de que una buena parte de los desaparecidos en estos crímenes fueron
ocultados en simas y cuevas.
Etxeberria ha bajado a
la sima de Gaztelu, como los espeleólogos de Satorrak que lo hicieron en
diciembre y encontraron el cuerpo del joven Iñaki Indar, desaparecido en 2008
en extrañas circunstancias y cuyas causas de la muerte se investigan y han
cerrado, de momento, esta sima.