viernes, 21 de agosto de 2015

20150502 Diario de Noticias - En Legarrea, El crimen de los Sagardia

Noticias de Navarra

Presentación del libro LA SIMA          Indice       Seis niños y una embarazada a 50 m. bajo tierra

(LLamada en portada a la página de la noticia)

En Legarrea, El crimen de los Sagardia
Tras casi 80 años de silencio y cobardía, el estremecedor crimen de la familia Sagardia Goñi comienza a ver la luz. Una mujer embarazada y seis de sus siete hijos, según rumor popular, fueron arrojados a la sima de Legarrea en agosto 1936.
UN REPORTAJE DE LOLA CABASÉS HITA FOTOGRAFÍAS CEDIDAS POR JOSÉ MARI ESPARZA ZABALEGI
Sábado, 2 de Mayo de 2015

Familiares junto a las asociaciones memorialistas piden al Gobierno de Navarra la reapertura de un caso tremendo de la Guerra Civil ocurrido en el pequeño municipio de Gaztelu durante el mes de agosto de 1936. Una familia integrada por la madre, Juana Josefa Goñi Sagardía, embarazada de siete meses, y seis de sus siete hijos “desaparecieron” de la noche a la mañana y durante los casi 80 años que han pasado desde entonces el más que rumor local habla de un crimen execrable: la familia presumiblemente fue arrojada a la sima de Legarrea, en Gaztelu, mientras el marido y padre, Pedro Sagardía Agesta, que se alistó al Requeté, estaba encarcelado y el hijo mayor, José Martín (fallecido en abril de 2007 en Pamplona) trabajaba fuera del pueblo.

La historia de la familia Sagardia Goñi ve ahora la luz gracias a las investigaciones que se llevan realizando desde hace varios años, a la publicación del libro La Sima. ¿Qué fue de la familia Sagardia? de José Mari Esparza Zabalegi y a la demanda de exhumación emprendida por la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra (Affna 36) y el interés de la propia familia, residente en Gipuzkoa y en pueblos navarros, por aclarar los hechos.

Estas averiguaciones, los testimonios de la primas de aquellos niños arrojados a una sima y el análisis del sumario Causa 167 (abierto y cerrado en tres ocasiones entre 1937 y 1946) abre nuevas perspectivas para conocer lo que pasó realmente y cuáles fueron las causas de “uno de los crímenes más horrorosos cometidos al amparo de una guerra civil que armó a la población civil, la envalentonó y le dio pie a cometer atrocidades como ésta sin que, como parece, hubiera una motivación política al uso de aquel tiempo, salvo por el hecho de que tuviera un cuñado rojo”, apunta el autor del libro José Mari Esparza, editor, fundador de la sociedad Altaffaylla, de la Asociación de Familiares de Asesinados Navarros, de la editorial Txalaparta y de la Fundación Euskal Memoria.

El pasado diciembre, Affna36 pidió reabrir este caso y encargó a la Sociedad de Ciencias Aranzadi los estudios previos con la finalidad de exhumar la sima de Gaztelu e intentar localizar los restos de esta familia. De este modo, se pretende cerrar un ciclo de luto y terror, y aclarar una historia que ha marcado durante 80 años al pequeño municipio de Malerreka. Cuando los especialistas de la citada sociedad científica se adentraron en la sima, se toparon con los restos humanos del joven de Legasa Iñaki Indar, desaparecido en marzo de 2008. Este hallazgo ha conllevado precintar la sima momentáneamente pero, también, a acelerar que salga a la luz las indagaciones que se estaban haciendo para esclarecer los hechos de 1936 en torno a la familia Sagardia Goñi.



José Mari Esparza, que el próximo martes presentará el libro en el transcurso de un acto que contará con la presencia de familiares de los Sagardia Goñi asesinados, comentó ayer que la sociedad Altaffaylla publicó los primeros datos del crimen de Gaztelu en el libro Navarra 1936 de la esperanza al terror, un asunto sobre el que había indagado José María Jimeno Jurio, precisó Esparza. Añadió el escritor que al volver a comentarse el suceso, retomó la documentación recopilada con entrevistas a los familiares que aún viven, la revisión del sumario y con conversaciones mantenidas con vecinos de Gaztelu y Donamaría, con miras a publicar el libro que ahora verá la luz.

La Sima. ¿Qué fue de la familia Sagardia?, confiesa Esparza, “es el libro que más he dudado en publicar, pese a tener datos recogidos desde hace más de tres décadas. Lo creía demasiado lacerante para una entrañable y pacífica aldea navarra. Pero la reciente aparición de un nuevo asesinado en el fondo de la sima, la presión de las asociaciones de la Memoria Histórica y el conocer de cerca a los familiares de las víctimas, ha terminado por animarme”.

Pero hay más. A Esparza “también me ha impulsado el hecho bochornoso de que la sima continúe siendo un vertedero. Los familiares de los Sagardía han solicitado llegar hasta el fondo y espero haberles alumbrado el camino”. Y es que, como reconoce el autor y muchas personas que ven en la recuperación de la memoria una catarsis colectiva, “pretendemos acercarnos al fondo de la sima y de la historia, con la pretensión de que, por terrible que sea, la luz actúe como bálsamo y sane una herida todavía abierta”. Una sima de 50 metros de profundidad que hoy es un vertedero con troncos, basuras, animales muertos y hasta electrodomésticos que acumulan metros y metros de basura debajo de la cual podrían estar los restos de esta familia, si es que no fueron previamente calcinados.

SILENCIO CÓMPLICE El crimen de los Sagardia Goñi ha permanecido durante 80 años bajo un manto de silencio. Si se buscó explicaciones a lo ocurrido, quedaron ocultas por el silencio de los vecinos. Nadie, o mejor muy pocos, quisieron hablar y primó el tabú impuesto por una dictadura poco amiga de esclarecer vergüenzas y venganzas que manchaban la imagen del régimen franquista. Pero lo cierto es que está documentado que el 30 de agosto de 1936, Juana Josefa Goñi Sagardia, embarazada de siete meses, desapareció con seis hijos menores de edad. Este hecho, según recoge José Mari Esparza en su libro, estuvo precedido de un batzarre del pueblo que acordó expulsar a la familia del mismo tras la acusación de que protagonizaban “pequeños hurtos en las huertas”. Hurtos y robos que probablemente continuaron tras su desaparición.

Esparza reconoce en su libro que al principio “siguiendo los pasos preliminares que había dado José Mari Jimeno Jurío, tan solo pudimos hilvanar cuatro retazos de los registros municipales: en 1919, el casamiento de Pedro Antonio Sagardía Agesta y Juana Josefa Goñi Sagardía, que tuvieron ocho hijos: los dos primeros, José Martín y Joaquín, en Donamaria, y los otros seis, Francisco Javier, Antonio, Pedro Julián, Martina, José Mari y Asunción, en Gaztelu, donde tenían fijado su domicilio. Los primeros días de la guerra desapareció la madre con seis hijos”. En La Sima. ¿Qué fue de la familia Sagardia se desvela la documentación existente sobre los avatares de esta familia cuyo padre, Pedro Sagardía Agesta, de 46 años de edad, natural de Oiz, y vecino de Gaztelu (Navarra), carbonero de profesión, se enroló en el frente de guerra con el Tercio Santiago (requeté) y con su familia en paradero desconocido. Estando en el frente y al no tener noticias del paradero de los suyos, el 2 de agosto de 1937 pidió permiso para regresar a casa y buscar a su familia.

Recoge Esparza el relato del propio Sagardia “en la larga y estremecedora denuncia presentada en el juzgado de Pamplona” en 1937. Un extracto de la denuncia dice que “el año pasado 1936, a principios del mes de agosto, se hallaba el denunciante trabajando en los montes de Eugui, cuando recibió aviso de su mujer, que acudiese al pueblo de su residencia, Gaztelu, pues había sido conminada por la Autoridad para abandonar la casa y pueblo. La familia, que al entonces estaba en Gaztelu habitando la casa llamada Arrechea, estaba compuesta por su mujer Juana Josefa Goñi Sagardía de 38 años y los hijos de ambos: Joaquín de 16 años; Antonio de 12; Pedro Julián de 9; Martina de 6; José de 3 y Asunción de 2 (en realidad la pequeña tenía año y medio)”.

Y añade: “Como posteriormente no ha hablado ya con su familia, ignora el denunciante qué autoridad fue la que ordenó a su familia salir de la casa y pueblo, y por tanto no puede precisar si fue el alcalde del pueblo, el del Ayuntamiento, o la Guardia Civil del puesto de Santesteban a cuya demarcación corresponde Gaztelu, como tampoco puede precisar las causas, toda vez que tanto el denunciante como su esposa han votado en todas las elecciones (con excepción de las últimas en que no votó el denunciante por hallarse ausente trabajando) a la candidatura de las derechas”.

Añade Sagardía que “cumpliendo el ruego de su mujer, el denunciante acudió a Gaztelu más no le fue permitido entrar en el pueblo, y la guardia que había entonces en él (como ocurrió en casi todos los pueblos, por efecto de la reciente iniciación del Movimiento Salvador de España), formada por elementos del mismo pueblo, le detuvo, y sin consentirlo ver a su familia, que todavía se encontraba en casa, le llevó detenido a Santesteban, entregándolo a la Guardia Civil. Debe hacer constar que haciendo dicha guardia en el pueblo había mucha gente y entre ellos recuerda al alcalde de Barrio Melchor Alzugaray y Agustín Irurita, que fueron los que le condujeron detenido a Santesteban. Además, recuerda a un tal Pedro cuyo apellido no recuerda, pero que habita y es dueño de la casa llamada Cominea, y así mismo los dueños y habitantes de las casas llamadas Larretoa y Michenea, y también recuerda a Agustín Gragirena, y otros varios que en este momento no puede precisar. Ya en Santesteban, entregado a la Guardia Civil, fue allí detenido sin explicación de la causa de su detención, ni prestación de declaración alguna, alrededor de unos seis días, siendo después puesto en libertad, y se le ordenó por el sargento de la Guardia Civil comandante del puesto, no acudiese de ninguna forma a Gaztelu y que se marchase, y cumpliendo esta orden se fue a Eugui, donde continuó su trabajo. Pocos días después, pero dentro desde luego del mes de agosto, recibió carta de su mujer pidiéndole dinero, que yo atendí remitiéndolo con un tal Martín Gubia, del mismo Gaztelu, (que en la actualidad es muerto en la guerra) quien pocos días después se lo devolvió, manifestándole que su familia no se encontraba en Gaztelu. En estas condiciones continuó su trabajo, hasta el mes de octubre”.

Sagardia continuo la búsqueda por varias localidades navarras y hablando con conocidos de la familia sin lograr información. Añade en su denuncia que “Doña Teodora Larraburu, vecina de Gaztelu e íntima amiga de su mujer, le manifestó que el último domingo de agosto (1936) fue el último día que vio a la Juana Josefa. Que anteriormente a este día la familia, cumpliendo lo que se le había mandado, salió de casa con algo de ajuar instalándose en el monte, hacia el linde de los términos de Santesteban y Legasa (construyéndose una choza para cobijo), lugar en cuyas proximidades existe una sima. Le manifestó que ese domingo de agosto, por la noche, oyó tiros en el monte y que en la mañana siguiente la choza había ardido. Desde esta fecha no tiene noticia alguna, a pesar de ser su mejor amiga, y asegura que en la conversación que con ella tuvo, nada le dijo de intenciones de ausentarse”.


SOSPECHAS Las dudas y sospechas eran patentes. Concluye la denuncia indicando que “los familiares que tiene por aquellos alrededores que pudieran tener noticias, y tampoco saben nada del paradero, oyendo en cambio muchos rumores, son: En Oiz, el padre y la hermana del firmante; en Santesteban, la hermana de la mujer del firmante llamada Petra Goñi. Ante todas estas manifestaciones y prometiendo alegar ante el Juzgado cuantos datos pueda ir adquiriendo que puedan dar alguna luz o noticia respecto a este asunto anuncia que fija su residencia en Oiz (Navarra) en el domicilio de su padre”. Falleció en el Hospital de Navarra en 1942, a los 52 años de edad.

José Mari Esparza se aventura a analizar las causas que llevaron a Pedro Sagardia a alistarse. O bien que fuera un txoriburu, algo poco probable, y otra hipótesis es que Pedro “fuera una persona amenazada y perseguida (ya había sido acusado y detenido arbitrariamente) y buscara salvar su pellejo de la misma manera que muchos navarros lo hicieron en aquellos primeros meses del Glorioso Alzamiento, cuando era más seguro ir al frente de batalla, que esperar en la retaguardia a que te fusilaran”.

Continua La Sima. ¿Qué fue de la familia Sagardia?” con todos los pasos dados en la investigación del crimen. Relata cómo se reanudan las investigaciones judiciales y se admiten a trámite hasta en dos ocasiones más probablemente por el parentesco familiar con el coronel franquista Antonio Sagardia Ramos, tío de Pedro, quien habría llegado a amenazar con “arrasar Gaztelu” y cuyas “gestas” en el bando golpista se aluden en el libro. La publicación de José Mari Esparza recoge las declaraciones de las diferentes personas que fueron llamadas a declarar, así como las identidades y circunstancias en las que un vecino de Legasa reconoció que Juana Josefa Goñi y sus hijos habían sido acorralados con teas de fuego y conducidos hacia la sima. Una historia estremecedora sobre la que se aporta ingente documentación, cronología, documentos gráficos e incluso posibles motivos derivados de la envidia, de la belleza de Juana o del cuestionado buen nombre y honradez de la finada.


El libro permite conocer ahora las ramificaciones familiares de los Sagardia Goñi, y el paradero del hijo superviviente a la matanza, José Martín, fallecido en Pamplona en 2007.


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