En asamblea en Mendabia (2015.03.28), se decide que “Amapola
del Camino-Bideko Mitxingorria”,
a propuesta de la Editorial Txalaparta
participará como colaboradora en el libro que se iba a titular “En el fondo”, cuyo autor es Jose Mari ESPARZA, y que será editado por Txalaparta.
El libro mas completo sobre el terrible suceso acaecido en esta Sima.
a propuesta de la Editorial Txalaparta
participará como colaboradora en el libro que se iba a titular “En el fondo”, cuyo autor es Jose Mari ESPARZA, y que será editado por Txalaparta.
El libro mas completo sobre el terrible suceso acaecido en esta Sima.
A continuación reseña de “Gure Liburuak”:
Tan solo cuatro retazos pudimos hilvanar de los registros
municipales: en 1919 se casaron Pedro Antonio Sagardía Agesta y Juana Josefa
Goñi Sagardía, que tuvieron ocho hijos: los dos primeros, José Martín y
Joaquín, en Donamaria, y los otros seis, Francisco Javier, Antonio, Pedro
Julián, Martina, José María y Asunción, en Gaztelu, donde tenían fijado su
domicilio. Los primeros días de la guerra desapareció la madre con sus seis
hijos, según rumores, arrojados a una sima. Años más tarde se perdía el rastro
del marido y del hermano mayor. Poco más pudimos obtener en el tiempo limitado
que dedicamos a escribir el libro. Un folio.
Pasaron 23 años. Un día de primavera del 2009 me dirigí al
archivo de los Juzgados de Pamplona a mirar unos legajos sobre la guerra civil.
Allí encontré el documento completo, tanto tiempo buscado. Su lectura fue
todavía más espeluznante que todos los rumores escuchados hasta entonces. No se
desprendía móvil político, algo que al menos sería “comprensible” en aquellas
fechas aciagas. Por lo tanto, no se llegaba a entender cómo pudo ocurrir
aquello en el corazón de la Navarra euskaldun, donde todas las estadísticas a
lo largo de la historia dan una imagen idílica del carácter tranquilo y
respetuoso de sus gentes.
Comencé a dudar sobre la conveniencia de publicar el sumario
167. ¿A quién le interesaba el tema? Si algo parecía meritorio, era el silencio
guardado por las tres generaciones de gazteluarras posteriores a los hechos.
Entonces, ¿para qué destapar nada y alterar una pequeña aldea que nada tiene
que ver con lo que hicieron, o dejaron de hacer, sus antiguos pobladores?
Ez da munduan gauzik, denborak ez
daramanik, dicen por aquellos
valles. Cierto, el tiempo todo lo lleva. Podíamos seguir esperando, hasta que
los apellidos se mixturaran y se olvidaran. Pero lo mal enterrado vuelve una y
otra vez a la superficie; a recordarnos que todo lo que se inicia necesita un
punto final. Y cuando ha habido víctimas y tragedia, se precisa una mínima
liturgia, un réquiem, unas flores o un leve poema, que nos reconcilie con el pasado
y limpie las telarañas de las conciencias, antes de seguir hacia el futuro.
Entre arrostrar o no el tema, y la falta de tiempo otra vez,
opté por dejarlo pasar. Pero sentía que los Sagardía me iban cercando. De nuevo
di algunas voces por la zona buscando interesados, con la esperanza de que
algún grupo de jóvenes, nietos a poder ser de los protagonistas, recogiera los
materiales –que gustosamente les cedería– y asumiera la tarea de publicarlos y
exorcizar ellos mismos la maldición que pesaba sobre su memoria colectiva. En
todos los intentos fracasé. El tabú seguía vivo.
La sima vuelve a la actualidad
Pasaron cinco años más, y nuevos datos me empujaban a acelerar
mi particular “bajada” a la sima. El sumario estaba ahora perfectamente
localizable en el Archivo de Navarra. En la revista Munibe, editada por la Sociedad Aranzadi, dedicaron un capítulo a
“Simas, cavernas y pozos para ocultar cadáveres en la Guerra Civil española
(1936-1939)”. En el mismo se localizaba perfectamente la de Gaztelu y la existencia
de la causa 167. El silencio daba paso a un amplio rumor.
El 22 de diciembre de 2014,
unos espeleólogos del grupo Satorrak bajaron a la sima Legarrea, que en su
argot llaman, con un simplismo elocuente, “la de la familia”. Era una
inspección impulsada por la Sociedad Aranzadi, a petición de una asociación
memorialista. La bajada fue complicada, incluso para expertos como ellos. Sin
llegar abajo, se encontraron con un cadáver descompuesto, vestido con ropas
modernas. No era lo que esperaban, así que interrumpieron la exploración y
dieron aviso. Pronto se supo que los restos mortales correspondían a Iñaki
Indart, joven de Legasa desaparecido hacía siete años, cuando tenía 24. Tenía
un golpe en la nuca.
Carnet del Requeté del hermano
mayor, José Marín, único superviviente de los 8 hermanos.
Jose Mari Esparza Zabalegi
LA SIMA¿Qué fue de la familia Sagardía?
El 30 de agosto de 1936, Juana Josefa Goñi Sagardía, embarazada
de siete meses, desapareció de la faz de la tierra con sus seis hijos menores
de edad. Según rumor popular, al calor del golpe fascista y pese a que no
parecía existir una justificación política, fueron arrojados a la sima de Legarrea,
en Gaztelu. Este crimen, seguramente el más estremecedor de los cometidos en la
retaguardia navarra, ha pasado ochenta años bajo un manto de silencio. Ni
familiares, ni vecinos, ni historiadores se han aventurado a buscar explicación
a lo ocurrido, y el silencio ha convertido en tabú y mito a la vez el destino de
los Sagardía y su más que probable morada final. Este libro pretende indagar
las entrañas de la historia con la firme creencia de que lo que halle será
mejor que una leyenda negra, y de que lo que vea la luz, por terrible que
sea,será el bálsamo que sane una herida demasiado profunda y demasiado antigua.Documentos y textos iniciales Indice En Fosas Navarra